Proyecto Final P2P

 


La cuestión es cómo integrar el ejercicio físico en la vida diaria. En primer lugar es importante el tiempo que se le dedica, preferiblemente un mínimo de 30 minutos (y mejor aún una hora) al menos tres días a la semana. Luego hay que escoger el tipo de ejercicio que se realiza. En este sentido hay claras diferencias en cuanto a la prevención de la obesidad y el tratamiento de la obesidad.

En el primer caso, basta con centrarse en el llamado ejercicio aeróbico, que es aquél que hace que el organismo tenga que usar más oxígeno: andar, correr, nadar, ir en bicicleta, bailar, etc. Una caminata a paso rápido de una hora permite cubrir una distancia de aproximadamente seis kilómetros y es suficiente para mantenerse en forma, cuidar la salud cardiovascular, quemar calorías y acelerar el metabolismo, de tal modo que durante las dos horas siguientes se continúa quemando calorías y a un ritmo más rápido que cuando se caminaba. Esto es suficiente para lograr los siguientes objetivos:
  

  • Mantener el balance energético del organismo y evitar la acumulación de grasa y, por tanto, la ganancia de peso que favorece el sedentarismo.
  • Incrementa el tono y la fuerza muscular.
  • Aumenta la elasticidad de las arterias y las venas, de modo que la circulación sanguínea es más eficiente y protege frente a la arterioesclerosis aumentando los niveles de HDL.
  • Mejora el funcionamiento de los pulmones, de modo que el intercambio de oxígeno se realiza con mayor rapidez y eficiencia.
  • El organismo mejora la metabolización de azúcares, grasa y proteínas.
  • Ayuda a conciliar el sueño.



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